Geraldo Flores Suárez
El escándalo de la semana pasada, motivado por cuatro publicaciones específicas del diario "Correo" (una foto y tres textos) respecto de la parlamentaria Hilaria Supa, ha generado un pronunciamiento de los docentes de la sección de Lingüística de la Pontificia Universidad Católica del Perú que resume de manera clara y consistente los argumentos que ofrece la Lingüística para refutar los planteamientos esbozados tanto en los artículos del diario "Correo" como en los comentarios generados en distintos espacios de opinión.
Este post, por otro lado, asumiendo los argumentos esgrimidos en este pronunciamiento, intentará explicar y analizar algunos de los planteamientos esbozados en el diario "Correo" y evidenciar que el afán "cultural" de estos textos denota un posicionamiento de lo prestigioso y lo no prestigioso; es decir, el discurso asumido tanto en el artículo "La congresista no tiene quien le escriba " como las editoriales de Aldo Mariátegui "Supa no supo" y "Comprensión de lectura" ponen como valor absoluto la capacidad de manejarse en el mundo académico como el requisito para ser mejor persona y mejor representante del país.
Comencemos pues a analizar paso a paso las posturas planteadas en este diario. El texto "Supa no supo" se anticipa a las críticas pues, conocedor, el redactor de la polemicidad de la postura esgrimida prefiere distinguir su labor textual de la de aquellos que pueden ser tildados de "racistas". Esto se nota en el siguiente fragmento:
"- Pongo el parche... No nos anima ningún ánimo peyorativo, excluyente, racista, clasista, costeñista, anti-indigenista, etc. contra la congresista humalista Hilaria Supa. Esto que quede claro, pues lo "políticamente correcto" se está volviendo asfixiante en nuestro país." (Mariátegui, "Supa no supo")
Sin embargo, hay una idea interesante de resaltar en este fragmento: la ironía de lo "políticamente correcto". Esto podría tener dos objetivos concretos: denunciar que lo "políticamente correcto" permite ocultar ideas que deben de "ser dichas" y que lo "políticamente correcto" es parte del discurso de un grupo que el autor del texto prefiere no explicitar. Ahora bien, resulta una categoría que permite homogeinizar distintos planteamientos de respeto y aprecio del "otro", con lo cual se desvaloriza las propuestas de respetar las diferencias a partir de la trivilización de afirmar que eso solo sería "políticamente correcto", es decir, pura hipocresía según este autor, con lo cual se ironiza sobre las propuestas de respeto de las diferencias culturales con la falacía de generalizar a todos en una sola categoría: todos los defensores serían hipócritas y a ninguno habría que hacerle caso. El ánimo facilista de evitar distinciones e invalidar lo que dicen los críticos resulta, entonces, bastante evidente.
El siguiente paso consiste en una concesión discursiva; por un lado, se plantea que hay un sentimiento de "pena" por la parlamentaria, pero se agrega un "pero" con lo cual se introduce en el discurso una idea opuesta a la anterior que sería la de oposición al sueldo de la parlamentaria, pues no está "mínimamente iluminada por las luces de la cultura".
"Y que quede claro también que más bien nos provoca pena que esta humilde mujer tenga esas carencias y no queremos hacer ninguna befa con ello. Pero no se puede pagar más de S/. 20 mil al mes y darle tanto poder y responsabilidades a quienes no están mínimamente iluminados por las luces de la cultura." (Mariátegui, "Supa no supo")
El uso de "la cultura" evidencia que Mariátegui presenta a un tipo de cultura determinado como el más deseable y el ideal. La razón que me hace afirmar esto es el uso del determinante definido "la" que permite especificar un tipo en particular frente a "una", por ejemplo, que es un determinante que no reduciría la "cultura" a la práctica de un solo grupo. Entonces, ¿cuál es "la cultura" a la que se refiere Mariátegui? Evidentemente, es la occidental, pues es la que le exige a los individuos el "buen manejo" de la lengua escrita y es la que la considera requisito para el "buen desenvolvimiento en sociedad". Sobre este tema los Nuevos Estudios de Literacidad han planteado que lo que más valora la sociedad occidental es la literacidad académica. Regresemos, por un momento, al primer apartado del pronunciamiento de los profesores de Lingüística de la PUCP.
"1. Existe una sustancial diferencia entre los apuntes personales, como un género especial de la lengua escrita, y otros textos de índole formal, que suponen un trabajo específico de elaboración y revisión. Esta distinción refleja la versatilidad de los redactores, quienes son capaces de distinguir entre diversas formas del código según el contexto en que la escritura se produce. Así, un redactor puede estar en condiciones de escribir a un amigo un mensaje electrónico en un registro coloquial y, minutos después, elaborar un artículo académico en un registro formal. Por tanto, desde el punto de vista lingüístico, es engañoso juzgar el manejo de la escritura que tiene un redactor sin tomar en cuenta esta distinción de géneros y registros."
Los apuntes personales constituirían elementos que participan de una práctica letrada que no es la académica con lo cual las exigencias del señor Mariátegui son infundadas, pues justamente se trata de una práctica letrada que no exige, según los canones de prestigio de la sociedad, un manejo "cuidadoso" de las formas normativas. Cualquiera que lea un cuaderno de una clase en la que el profesor apenas deja tiempo para copiar la idea se dará cuenta que siempre hay "detalles normativos" que se tiene que corregir, pues la premura no ha dejado que se realice el proceso de revisión; sin embargo, eso no resulta relevante, pues se trata de notas personales que, evidentemente, van a ser usadas solo por el que redacta y que no van a pasar por los juicios de las personas que provocan que los "buenos redactores" sean prestigiosos y que los que no manejan el "código culto" sean tildados de ignorantes o de personas de "bajo nivel". Hacer una manipulación entre distintos tipos de registros escritos o tipos de escritos como se ha evidenciado en las publicaciones del diario "Correo" resulta evidentemente tendencioso.
El artículo de Mariátegui confirma esa tendencia "academicista" en las líneas siguientes:
"Pues aquí lo que se pone realmente en debate es si es sano para el país que pueda acceder al Congreso alguien con un nivel cultural tan bajo, cuya ortografía y gramática revelan serias carencias y sin aparente ánimo de enmienda, porque no me digan que no es evidente que Supa rara vez agarra un libro, ya que está probado que la gente que lee poco es la que peor escribe al estar menos familiarizada con las reglas más elementales de redacción. " (Mariátegui, "Supa no supo")
"Una persona así posiblemente sólo se va a limitar a repetir lugares comunes, a oponerse a todo sólo por oponerse, a estar a la defensiva ante cualquier idea nueva, a ser prejuiciosa, a buscar llamar la atención mediante el escándalo antes que por la excelencia de sus iniciativas, a descalificar al adversario con el eterno recurso de victimizarse, a ser agresiva... Lamentablemente, todo lo anterior ha caracterizado a la congresista Supa y estoy seguro de que su respuesta consistirá en acusarnos de ser nazis y hacerse la víctima. No estamos en contra de que las personas elijan a congresistas con quienes se identifiquen, pero tampoco se puede ir a extremos y menos dejar de lado el mérito académico y la preparación. Por eso el voto debe ser voluntario y además debe haber requisitos extras para ser congresista, como grado universitario (aunque... ¿cómo escribirá la congresista humalista y abogada María Sumire?)." (Mariátegui, "Supa no supo")
Se duda de la capacidad intelectual de la congresista Hilaria Supa a partir de lo que se asume es el desconocimiento de la escritura en castellano. Los que los Nuevos Estudios de Literacidad han propuesto es que se suele identificar inteligencia con el manejo de la escritura; la Psicología y las pruebas que se han aplicado a personas que sabían escribir y que no han demostrado que lo letrado desarrolla una determinada competencia, pero que no hace más o menos inteligente a la persona; de hecho, en educación, se ha propuesto las inteligencia múltiples para evidenciar que tenemos diversos tipos de habilidades por desarrollar. Entonces, el intento de invalidar las opiniones de la parlamentaria por la suposición de que no "sabe escribir" es caer en el error de pensar de que el no manejar la escritura es equivalente a no pensar; por lo tanto, nada podría opinar alguien que no participa la práctica letrada académica según los que plantean esta forma de pensamiento y semejante analogía es racista. He podido ver comentarios que asumen el "racismo" como la discriminación por rasgos físicos. En realidad, el término 'racismo', hoy en día, en los espacios de discusión sobre temas sociales, ha ampliado su significado y ha pasado a designar a cualquier forma de diferenciación establecida a partir de prejuicios de parte de un grupo por sobre otro; esto sobre todo se genera a partir de diferenciaciones hechas por luchas de poder entre los grupos sociales. Recurrir a la discriminación implicaría el ejercicio del poder que tiene un individuo para querer establecer su diferencias de su grupo respecto de otro; de este modo, Mariátegui se presenta como parte del mundo académico que condena a Hilaria Supa y que le quita toda posibilidad de opinión, de más está decir que tal posicionamiento lo que evidencia es que no se concibe conocimiento algunos más allá del que está estipulado en lo escrito; caer en semejante simplificación de la realidad es realmente desconocer la complejidad de las habilidades y el conocimiento que pueden adquirir las personas a partir de otros medios y espacios, que no son necesariamente los letrados.
Por otro lado, en estas mismas líneas se ironiza sobre la parlamentaria María Sumire; curioso es que solo se la mencione a ella y no se mencione a otros congresistas. Recordemos un poco el fragmento:
"No estamos en contra de que las personas elijan a congresistas con quienes se identifiquen, pero tampoco se puede ir a extremos y menos dejar de lado el mérito académico y la preparación. Por eso el voto debe ser voluntario y además debe haber requisitos extras para ser congresista, como grado universitario (aunque... ¿cómo escribirá la congresista humalista y abogada María Sumire?)." (Mariátegui, "Supa no supo")
La pregunta inmediata sería por qué el redactor dedicó una línea a la otra congresista nacionalista que ha protagonizado enfrentamientos con distintos actores por motivos lingüísticos. ¿Será porque también es quechuahablante? ¿Será porque esa fue la respuesta que le dio esta congresista a Martha Hildebrandt cuando ambas se enfrentaron dos años atrás? ¿Será que la asunción de serranía de esta congresista es valedera para el redactor para hacer una generalización sobre las personas de la sierra y/o quechuahablantes? De ser afirmativas las respuestas a estas preguntas, entonces, la pregunta retórica de Mariátegui estaría evidenciando racismo hacia los quechuahablantes y/o hacia los que somos serranos (y no quechuahablantes, una lástima en mi caso, por cierto). Llama a suspicacia el que solo haya mencionado a una congresista que también ha estado vinculada con debates de corte lingüístico, que sea quechuahablante y de origen andino.
En el siguiente texto que Mariátegui le dedica al tema, aborda el segundo aspecto de la lecto-escritura: la comprensión. Afirma que lo han malentendido; veamos paso a paso en qué se basa para afirmar esto.
"Hasta ayer creía que era un serio problema para la calidad de nuestro Legislativo que existan congresistas que apenas saben escribir. Lamentablemente, el asunto es más serio, porque ayer el 90% de los que participaron en el debate sobre Supa demostraron -si es que se tomaron el trabajo de leer antes el editorial y el artículo referidos al hecho- que muchos de ellos no tienen una adecuada comprensión de lectura. En ambos textos advertíamos que tocábamos el tema porque nos preocupa que el bajo nivel intelectual del Congreso dañe tanto a nuestra democracia (somos uno de los países latinoamericanos que menos creemos en ella. Ver si no el Latinobarómetro) y origine que éste tenga una eterna desaprobación, y que incluso sea visto con desprecio y burla por los ciudadanos. Creemos que gente que tiene tanto poder y responsabilidades, amén de ganar más de S/.20 mil, debe tener una instrucción mínima." (Mariátegui, "Comprensión de lectura")
En este fragmento se evidencia el argumento del "bajo nivel intelectual". Otra vez el redactor está pensando en un solo tipo de inteligencia como en el artículo anterior, lo cual demuestra que su posición racista no ha variado en ningún sentido. Sería bueno repetir, en este apartado, que estoy asumiendo la concepción ampliada de 'racismo' que especifique en los párrafos anteriores. Es importante resaltar en este punto otro de los apartados del pronunciamiento de los profesores de la PUCP.
"2. Las faltas de ortografía y redacción contenidas en el texto fotografiado por Correo son expresión de la base fonológica y gramatical que la congresista Supa posee en virtud de su lengua materna, el quechua. Esta base genera, como es natural, una influencia en la adquisición del castellano como segunda lengua. Este tipo de influencia es común entre los bilingües quechua-castellano, quienes, en su gran mayoría, no han podido consolidar su aprendizaje del segundo idioma en condiciones apropiadas, como las que podría brindar la educación intercultural bilingüe, por razones políticas y económicas. Por tanto, no se puede juzgar la competencia en la escritura castellana de la congresista Supa como una dimensión independiente de su condición de quechuahablante, y hacerlo constituye una manipulación de los hechos lingüísticos."
El tipo de "nivel intelectual" requiere de un acceso a espacios educativos que están restringidos por distintos factores: económicos, ubicación, lengua, etc. Evidentemente, los requerimientos del señor Mariátegui implican un acceso a beneficios que no tienen todos los peruanos por igual. Entonces, un quechuahablante, por quien el Estado no tienen la misma preocupación que por los castellanohablantes, tendrá más dificultades por acceder a los mismos espacios y beneficios. Eso de ninguna manera invalida los otros conocimientos que puedan tener estar personas y que con ayuda de un conjunto de asesores, según sea el caso, puedan articular como la base de legislaciones concretas sobre temas vinculados con estas poblaciones a las que no se presta la adecuada atención. No me refiero, en exclusiva, al caso de esta congresista, porque el argumento que ha esbozado el autor es que la parlamentaria no tiene mucha producción en proyectos de ley, sino que me refiero, en general, a que los grupos que no han sido involucrados adecuadamente en la democracia peruana tienen todo el derecho a elegir el representante que consideren más apropiado y que conozca más sus necesidades. El trabajo de asesoría, en este caso concreto, tendría que ser el encargado de suplir lo que las desigualdades en el Perú han producido en toda su historia republicana.
En las líneas que siguen a este segundo editorial, Mariátegui afirma que no se basa en rasgos físicos. Esta respuesta plantea dos posibilidades: el autor no maneja el otro sentido de "racismo" y es muy lógico que defienda su posición a partir de esta distinción o, claramente, ha entendido el sentido, pero obvia el conocimiento de ese sentido para no comprometerse.
"Y advertimos que lejos estaba de nosotros cualquier tipo de menosprecio, racismo o burla hacia Supa (aunque anticipábamos que su línea de defensa para justificar sus "horrores ortográficos" sería la victimización y acusarnos de racistas, excluyentes, etc.). Aquí para nada importaba si la escritora era rubia o andina, si era Hilaria Supa o Luciana León (y sospechamos que seguramente no habría habido esa reacción de haberse tratado de León. Incluso con ella sí que muchos colegas y caricaturistas suelen ser muy racistas, pintándola siempre como frívola y bruta sólo por ser rubia y bonita. Y nunca he visto que el Congreso proteste por eso)." (Mariátegui, "Comprensión de lectura")
Deámosle el beneficio de la duda a Aldo Mariátegui, los prejuicios respecto de las prácticas letradas están tan internalizados que parecen ser las verdades obvias más evidentes y que no son refutables, pues son valores absolutos. Es probable que esto ocurriera; si esto es lo que ha acontecido, es deber de los receptores ser críticos y dudar de lo que puede parecer evidente, pues como se ha mostrado en las líneas anteriores pueden esconder formas de discriminación de las que no estábamos al tanto. Si después de esta crítica, se sigue discriminando, entonces, ese racismo ya es consciente y condenable desde todo punto de vista.
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Este segundo editorial concluye con un fragmento que solo se disculpa por haber herido la sensibilidad, pero que no reconoce la actitud discriminatoria y que evidencia la preferencia por lo académico; nótese la exigencia de personas con nivel superior en el Congreso como ejemplo de la preponderancia que tendría esta formación en una institución representativa.
"Si he herido la sensibilidad de Supa, pues ofrezco mis disculpas. Pero el artículo está bien hecho; se han recogido opiniones opuestas, no miente, no difama, no injuria y menos discrimina. Sólo recoge una realidad: la señora escribe muy mal en castellano (y ojo que su producción legislativa es ínfima). Y tenemos todo el derecho de cuestionar que gente sin instrucción superior esté en el Congreso. Faltaba más." (Mariátegui, "Comprensión de lectura")
Por otro lado, además de los editoriales de Mariátegui, el artículo aparecido el día 23 de abril en el diario 'Correo', "La congresista no tiene quien les escriba", también muestra elementos de representación de lo prestigioso frente a lo no prestigioso. Una muestra de ello sería el siguiente fragmento:
"Mientras el país estaba pendiente de las explicaciones que brindaba al pleno del Congreso el premier Yehude Simon sobre la brutal emboscada terrorista que acabó con la vida de 14 soldados en la zona del VRAE (Valle del Río Apurímac-Ene), una diligente congresista -cual eficiente estudiante tomaba apuntes del asunto. Se trataba de Hilaria Supa, parlamentaria del Partido Nacionalista Peruano elegida por la región Cusco, y a decir de lo que descubrió una reveladora foto de Correo, sus limitaciones en cuanto a ortografía y sintaxis dejan mucho que desear. Las tomas obtenidas del cuaderno de notas de la mujer de 49 años hablan por sí solas." (Diario Correo, "La congresista no tiene quien le escriba")
El artículo se atribuye el papel "corrector" con lo cual ejerce un poder mediático como lo ejercería un docente con una alumna; se nota esto, además, con la analogía con la categoría de "estudiante" que esboza el fragmento; la conclusión final es la misma que emitiría un docente al evaluar la competencia en lectoescritura de una alumna. En esto, se nota cómo se conceptualiza el redactor como el que tiene la facultad de imponer una reconvención y que las notas estarían estableciendo un motivo para la amonestación.
El artículo, además, presenta dos posiciones; la primera redunda en los criterios para escoger a candidatos, pero, al mismo tiempo expresa cierta tendencia hacia los requisitos académicos al poner de relieve una categoría como el "estar debidamente preparado" y de "requerir una preparación no solo en el sentido de instrucción". Al decir "no solo" ya se está asumiendo que esta es parte del proceso de requisitos.
«Para el secretario técnico de la Asociación Civil Transparencia, Percy Medina, [...] "Los partidos políticos son los únicos autorizados a presentar listas de candidatos (al Congreso), y son el filtro que tendría que garantizar su identidad, calidad, trayectoria y formación ética. Es su responsabilidad proponer a los electores personas que tengan la trayectoria personal y política que les permita interpretar lo que quiere la gente que se fiscalice y legisle", indicó. CUALQUIERA, NO. Medina enfatizó además que es primordial que los partidos políticos se aseguren de que aquellas personas que proponen para algún cargo público se encuentren debidamente preparadas. "No solamente se requiere preparación en el sentido de instrucción, sino también la ética es clave. Un partido político -antes de presentar su lista- tiene que estar seguro de que las personas que está presentando tienen una trayectoria de honestidad, de compromiso... No se puede presentar a cualquiera", opinó» (Diario Correo, "La congresista no tiene quien le escriba")
Por otro lado, también se presenta una postura inclusiva y que asume que la representación trasciende el manejo de la lectoescritura, tal como lo plantea Mariátegui. En el segundo editorial, él aborda este planteamiento como si se hubiera prestado atención a todos los posicionamientos, pero ese intento de defensa queda desvirtuado con la propia opinión expuesta en ese editorial.
"Por su parte, el director ejecutivo de Reflexión Democrática, José Élice, dijo que Supa -más allá de su condición de quechuahablante- tiene derecho a ocupar un cargo político. No obstante, agregó que era responsabilidad de su partido -y sobre todo de su bancada- asesorarla y apoyarla en la revisión de la estructura y el fondo de los proyectos que presente. "Puede haber personas que escriban pésimo, pero que pueden dar aportes bien interesantes o que conocen otras realidades que todos no conocemos. Y tienen todo el derecho de participar en el Congreso. Si no respetamos ese derecho, estaríamos hablando de un Congreso elitista, académico", acotó. " (Diario Correo, "La congresista no tiene quien le escriba")
Se ha notado, con un análisis somero, que sí hay una actitud racista en los planteamientos esbozados en los editoriales de Aldo Mariátegui entendido como el posicionamiento a favor de lo que es considerado prestigioso por los grupos que tienen mayor acceso a lo académico. Es decir, esta concepción trasciende la discriminación por rasgos físicos y engloba distintas tipos de discriminación.
Una revisión más detallada de los últimos puntos abordados en el pronunciamiento elaborado por los profesores de la PUCP permite resumir los argumentos más contundentes que pueden rebatir y refutar una posición tan discriminatoria. Revisémoslos de nuevo.
"3. Los problemas de ortografía propios de los bilingües, como el cambio de las vocales i/e y u/o y las faltas de concordancia, constituyen elementos importantes de un estereotipo acerca de los quechuahablantes que se ha generalizado en una sociedad jerarquizadora como la peruana. Este estereotipo consiste en pensar que dichos hablantes son, por necesidad, individuos carentes de inteligencia, cultura y educación, individuos que pueden ser calificados, en suma, de personas ignorantes. De este modo, a partir de las faltas mencionadas, Correo infiere que la congresista Supa posee las características descritas, lo que queda reflejado en el titular de portada “¡Qué nivel!” (Correo, 23/4/09) y en la columna de su director (24/4/09), en la que afirma: “Tocábamos el tema [de la escritura de la congresista] porque nos preocupa que el bajo nivel intelectual del Congreso dañe tanto a nuestra democracia”. Queda claro, pues, el carácter discriminador de este procedimiento, basado en un estereotipo."
"4. Otro hecho que es indispensable considerar en este caso reside en que las interferencias del sistema vocálico y de la sintaxis del quechua en el castellano constituyen dos de los rasgos lingüísticos más estigmatizados por los monolingües castellanos en el habla de los bilingües; es decir, estamos ante una de las características lingüísticas que con mayor frecuencia se utilizan para juzgar negativamente a dichos hablantes y discriminarlos. Quienes insisten en juicios como los que son materia de este pronunciamiento contribuyen a perpetuar una manifestación de violencia lingüística que se ha venido infligiendo en el Perú desde hace siglos contra los hablantes de lenguas indígenas cuando se expresan en castellano."
"5. Todas las lenguas constituyen una reserva de sabiduría acumulada por generaciones de hablantes que han tenido una particular e irrepetible relación con el mundo. Desde el punto de vista lingüístico, valen tanto, pues, el quechua como el castellano, el asháninka como el inglés, el shipibo como el chino. Sin embargo, en nuestro país, la falta de manejo de un aspecto del castellano —la escritura— se entiende por algunos como una carencia inadmisible en alguien que ejerce un cargo de representación, mientras que gran parte de los hablantes del castellano no reconocen como un problema la ignorancia de aspectos básicos del quechua, del aimara y de las lenguas amazónicas. Desde nuestro punto de vista, esta percepción expresa falta de cultura y, a la vez, refleja la desigual distribución de espacios de poder no solo para las lenguas peruanas sino también para sus hablantes."
En estos puntos se explica claramente que se está cayendo en los estereotipos "de siempre" por el desconocimiento que hay sobre el tema de los distintos tipos de habilidades cognitivas que tienen las personas. Asumir que el no manejo de la escritura involucra un estado de no inteligencia y, por lo tanto, un atentado contra la democracia resulta una vinculación que no tiene ningún asidero en la ciencia y tampoco en la teoría social. Lo que sí se evidencia con este tipo de postulados es la asociación libre de campos que no están vinculados directamente con cierta alevosía, pues se quiere difundir la semilla de preconcepciones racistas que, al ser asumidas como naturales por los individuos, las asumirán como verdades irrefutables. Nada está más lejos del complejo entramado que constituye las inteligencias de los seres humanos y del conocimiento que tengan (sea académico o no) para realizar aportes a la sociedad.