(Publicado en https://escaramuzas.lamula.pe/2015/08/21/una-vision-de-las-primarias-en-el-frente-amplio-a-partir-de-la-postulacion-de-veronika-mendoza/floresgeraldo/)
La precandidatura de Verónika Mendoza ha generado una repercusión considerable en las redes sociales, que es adonde ha enfocado su primer mensaje como precandidata. Para el Frente Amplio (FA), el anuncio de la congresista nacida en Andahuaylillas, región Cuzco, parece haber sido una herramienta de visibilización y de difusión. En ese sentido, el FA podría haber establecido una “cabeza de puente” respecto del proceso de primarias que se van a realizar el 4 de octubre, proceso en el que Mendoza es una de los cuatro precandidatos, entre los que se encuentran Marco Arana, Martín Guerra y Luis Salgado. Por otro lado, en el ajedrez que han estado jugando las coaliciones de izquierda desde hace algunos meses, este “movimiento” resulta interesante porque parece haber llegado a sectores que no estaban muy enterados de en qué andaba la izquierda para las elecciones de 2016.
Laura Arroyo, en un interesanteartículo publicado hace unos días, analizaba los retos que le esperan a Verónika Mendoza en una eventual candidatura presidencial. En ese mismo texto, Arroyo coincidía con Steve Levitsky en el hecho de que las primarias no parecerían ser necesariamente un elemento de fortalecimiento democrático más allá del plano interno del FA. No obstante, esas primarias constituyen un sello de identidad; es un gesto político hacia adentro y también hacia fuera, porque constituyen un espacio de participación política ciudadana que no es común en el medio peruano. Puede ser un rasgo que, bien administrado y publicitado, puede constituir un capital social respecto de esa intelectualidad peruana que terminó apoyando a Ollanta Humala en el proceso de 2011. Ahora bien, el apoyo de ese grupo no pesa por el número de votantes que arrastra sino porque puede ayudar en la articulación de un programa que responda técnicamente a las necesidades del país.
Del mismo modo, las primarias pueden constituir un factor que atraiga a un grupo formado por gente joven que desconfía de la política pero que comulga con ideales progresistas. En ese sentido, sería necesario que una eventual candidatura de Mendoza sintonice con ese grupo poblacional por dos motivos: la necesidad de activistas estratégicos u operadores políticos que puedan responder asertivamente en distintos escenarios (el espacio público, el periodístico y el virtual) y el establecimiento de un puente con personas que estén interesadas o puedan interesarse en realizar una carrera política. Ese interés puede ser la motivación para un compromiso con la campaña y, sobre todo, con el grupo, porque es necesario mirar más allá del resultado. En un eventual gobierno fujimorista o alanista (cruzo los dedos), se hace necesario un grupo político opositor eficaz que esté presente en el Parlamento y en las calles. Desde el gobierno toledista, nos hemos encontrado con oposiciones que estaban desarticuladas, que figuraban por escándalos o que no sabían responder con criterio a medidas cuestionables. Eso no debería ocurrir en un mundo posible de esa naturaleza.
Las marchas generadas en el contexto de la ley “pulpín” evidencian, por ejemplo, que existe un grupo juvenil que puede intervenir en el espacio político pero que no ha sido convocado adecuadamente o que, incluso, desconfía de la política como tradicionalmente se la ha concebido. Tomando en cuenta que las marchas que menciono fueron generadas en un contexto autorreferencial, es decir, en una situación en la que las medidas afectaban directamente a esos jóvenes, la estrategia puede orientarse a comunicar a ese grupo que la participación política le puede resultar beneficiosa, porque les permite acceder a los espacios en los que se toman las decisiones que los afectan directamente. Esto se puede hacer sin olvidar que, en paralelo, se debe fomentar en ese grupo el servicio desinteresado hacia el otro. Esta formación es posible debido a que la política puede convertirse en un espacio de aprendizaje. En ese sentido, realizar primarias en un contexto como el actual puede resultar poco efectivo en este momento, en la situación que vivimos, pero puede convertirse en un elemento de referencia que puede ser señalado como una bandera de cohesión partidaria y/o gremial en el futuro cercano y en el lejano.
Por otro lado, Sebastián Ortiz, en el diario El Comercio, se pregunta si una eventual candidatura de Verónika Mendoza puede unir a la izquierda. Esa es una interrogante cuya resolución es incierta. Ortiz informa que Eduardo Dargent, profesor de Ciencia Política de la PUCP, opina que el candidato que obtenga mayor aprobación en las encuestas terminará subordinando al resto. Es una situación que resulta bastante probable. En las próximas semanas, el papel que desempeñe Únete por Otra Democracia, la otra coalición de izquierda, puede influir en el poder de acción con el que se realice una posible negociación. En el artículo de Ortiz, se informa de dos guiños políticos frente a una eventual candidatura de Mendoza que cuente con bastante apoyo: una proviene de Yehude Simon y otra de Sergio Tejada. Eso resulta significativo, porque, más allá de lo que ha generado la precandidatura de Verónika Mendoza, existe la intención de tender puentes.
Si eso se consolidara, es decir, si la izquierda se decide por una eventual candidatura conjunta, debe aprender a manejarse con prudencia y paciencia. Por un lado, tendría que asumir que comenzaría con un apoyo reducido en comparación de otros candidatos y que eso obliga a fijar de antemano estrategias efectivas para solucionar posibles discrepancias en campaña y en un eventual gobierno. Las puyas y altercados son lo primero que va a buscar la prensa interesada en cuestionar a un posible candidato o candidata de izquierda que obtenga un buen porcentaje de apoyo. Por otro lado, es necesario que se asuma que, en el grupo poblacional mayor de 30 años, todavía causa algún temor todo lo vinculado con la izquierda. Eso obliga a trabajar con cuidado y con mucho tino la visión de país que se pretende lograr y que el discurso utilizado sea fresco, innovador, dialogante, en suma, empático. No tenemos que convencernos a nosotros mismos, sea donde sea que estemos ubicados en el espectro de lo que se denomina izquierda, sino que se trata de convencer a aquellos que se sientan cercanos a un ideal de país cercano al nuestro. La tarea “desde el lado del corazón” ha comenzado.